29 de diciembre de 2011

PARADA 66... Y NUEVA RUTA

- Otro año fundido... - me dijo el Diablo entre dientes mientras hacía girar las longanizas en la parrilla.

Veía en la penumbra su piel brillante, aún más roja con el resplandor de las brasas. El humo le rodeaba en espiral, enturbiando en ocasiones su macabra figura.

Me llegaba en oleadas el apetitoso aroma de la barbacoa, mezclado con la ingrata sensación de estar oliendo también a cuerno quemado.

- Parece que ya hay suficientes, ¿no? - le dije desde una distancia prudente, pues no soportaba tanto calor.
- ¿No sabe contar tu ser? Llevo diez. Son doce.
- Ah, bueno, que son para la última cena del año. Doce campanadas, doce longanizas.
- No, bobo, no; aquí no hay campanas. Una longaniza por cada lamento.
No quise preguntar acerca de esto y cambié el rumbo.

- La verdad es que huelen de maravilla.
- Veinticuatro. Dieciocho para mí y seis para tu ser.
- ¿Y por qué no doce para cada uno?
- ¿Aún no has aprendido que aquí abajo no hay justicia ni igualdad? - gruñó con fuerza - No sé por qué hice que vinieras. No estoy nada satisfecho con tu ser.
- ¿Otra vez me vas a reprochar lo de siempre? ¡Voy cumpliendo tus peticiones!
- ¿¿Cumpliendo?? ¿Qué chorongas estás cumpliendo?
- No sé... Se siguen escondiendo diablos por el mundo. ¡Llegaron a camuflar algunos en el Vaticano! ¡Qué vileza! ¿eh?
- ¡Escasez! ¡No me sacia!
- Y por tercer año consecutivo logro que la última entrada del año sea la número 66. ¿No te alegra? ¡Todo son señales satánicas!
- Tres años no cierran el ciclo. Será al sexto cuando se cumpla el maleficio. Y no creo que dures tanto con ese blog de pacotilla.
- Pues mi intención sí...
- Aliquid ruberi!! - me interrumpió furioso, lanzando las dos últimas longanizas sobre la parrilla - ¿No ve tu ser que hay otras tentaciones más grandes que te harán sucumbir? Facebook, Twitter, Tumblr, Wassup... Los blogs se mueren irremediablemente. ¡¡Dentro de poco no me vas a servir para nada!!
- Bueno, ante eso yo... no tengo la culpa...
- ¡Ya lo creo que la tienes! - me espetó mientras giraba las últimas longanizas con sus gruesas uñas curvas - Porque solo has hecho que perder el tiempo. Uno no nace con tantas coincidencias malignas para echarlas luego por el retrete. ¡Hasta te envié una señal por el aire! Pero tu ser tiene de Diablo lo que yo de Carmelita.
- ¡Pero que sí que soy malo! Yo... Oye, que yo maltraté a mis hermanos...
- ¡Ja! Y por un mato que gaté...
- Y casi enveneno a algunos bloggers con unos chupachups...
- Ya, y luego vas y les felicitas las navidades... en vez de insultarles y mandarles al carajo como te pedí. Enfrentamiento, odio, desprecio... ¡¡Eso es lo que yo esperaba de tu ser!! ¿Eres o no eres un diablo?
- ¡Lo soy!
- ¡Pues en tu blog no lo demuestras! Para colmo he leído en una nota lo que proyectas para el próximo año y casi me meo de la risa. Escuchar a tu abuelo contar un cuento... hablar de antiguos juguetes... explicar una receta de cocina... ¿qué choteo es este? ¿¿una receta de cocina?? ¿¿Tu ser??
- Yo... no sé... Lillu y Vix lo hacen muy bien y quería probar aunque fuera una vez.
- ¡¡Qué probar ni qué barra espaciadora...!! Prueba a dar recetas de venenos o de magia negra. ¡¡Es que no encuentro nada de provecho en lo que tienes previsto!! ¡¡Ese no fue el pacto cuando empezamos el blog!!
Echaba en esos momentos las longanizas en la bandeja para llevarlas hacia otro lugar. Yo le seguía mirando al suelo, intentando no tropezar.
- Voy... voy a publicar más escondites de diablos... - le explicaba yo - Curiosos, lejanos...
- Sí, y también preparas un concurso de haikus, ¡¿Qué choronga es esa, tú, capra di montagna!?
- Hombre, de vez en cuando...
- ¿Y fotos de tu casa? ¿Para qué narices?
- Sí, lo titularé La morada del diablo.
Se detuvo en seco para mirarme con desprecio.

- Te daré la última oportunidad, maldita rata sarnosa. Inventa algo para que los lectores se contaminen de mal definitivamente. ¡Demuéstrame quién eres realmente! ¿Entendido?
- Vale.
- Bien.
- Sólo una cosa más.
- Habla.
- ¿Puedo desearles antes una buena entrada de año nuevo?
Una de las longanizas soltó un sonoro e interminable pedo.

- ...veinte para mí... cuatro para tu ser.

23 de diciembre de 2011

EN RUSIA A MENOS 20





El príncipe Alí, acompañado de su can, fue a tomar té a la ciudad. ¿A qué ciudad?


Me maravilla el clima de Alicante en invierno.


El pasado miércoles estuve de cena con unos amigos en esa capital, y acostumbrado como estoy a los inviernos yeclanos en los que el frío te golpea en la cara a la vuelta de cada esquina con la mala leche de un ninja con manos de hielo, no podía creer que a las 11,30 de la noche hubiera esa temperatura tan agradable en el exterior.


Las palmeras de la Explanada parecían de cartón piedra, pues ni pizca de brisa las movía, y de haber hecho un paseo más largo, a todos nos hubiera sobrado el abrigo.


Al regresar a Yecla y bajar del coche... lo dicho, ni punto de comparación. Diez grados menos de diferencia y un helor de esos de refrigerador abierto. Con tan pocos kilómetros de distancia y es como si uno pasara de golpe de Río de Janeiro a Siberia.


Y hablando de Siberia, al salir de la cena, y dado que habíamos estado hablando de temperaturas, escuché decir "menos 20" y pregunté:
- ¿Dónde? ¿Dónde están a -20º?
- ¿Eh? No, que digo que son las 12 menos 20.
Y luego me reía yo solo pensando que no es lo mismo estar en Rusia a -20... que a menos cuarto.



Siguiendo con el frío que pela... ¿Alguien sabe por qué se siguen fabricando las peladillas? ¿Se consumen realmente o solo sirven para rellenar huecos en los paquetes de Navidad?


No, es una pregunta que me asaltó el otro día cuando vi un escaparate lleno de peladillas esparcidas a modo de paisaje nevado y me percaté de que en realidad solo sirven de adorno. (Ahora para dejarme mal todos diréis que coméis peladillas y que es vuestro dulce navideño favorito. Siií, seguro que sí.)


Otra pregunta lanzada al aire que se me ocurrió el otro día (curioso, todo me pasa "el otro día") :
¿Cómo llaman los pavos y las gambas a la Navidad?
Dejo unos minutos de margen para que lo penséis, y mientras sigo con lo mío.


¿Os habéis percatado de una cosa? Ya hace diez años que despedimos a la peseta y malvivimos con el euro, y YO tengo ALGO que decir al respecto:
Que no la besé lo suficiente al despedirnos.


Que la añoro, que la extraño, que recuerdo que era rubia y guapa y que hacía todo más entendible y lógico.

Uno tenía mil pesetas en el bolsillo y, oiga, eran MIL pesetas. Hoy tengo 10 euros y tengo una mierda. Al euro, a pesar de una década juntos, no le termino de ver la hermosura por ningún lado.
Cuando yo sea Presidente de la FIFA pienso crear un Ministerio de las Tradiciones Navideñas y dictar unos cuantos decretazos de agárrate y no te menees.
Uno será que la Lotería de Navidad se vuelva a cantar en pesetas. ¡Sí! ¡Y a callar todo el mundo!

La palabra euro es tan extremadamente cortita e insulsa que no sirve para canciones ni cantinelas. Es un pegote. Además peseta rimaba con croqueta, con piruleta... con colchoneta, camiseta, con teta y con bragueta. Todo cosas buenas.
Pero euro... ¿con qué rima euro? ¡Con ná! Ni para rimar vale.

Si al menos lo hubieran llamado Eureka...

Eureka sería un buen nombre; mantiene esa raiz europea y la sonoridad tendría su gracia. Además sería bonito encontrarse una moneda en la calle y exclamar: ¡Eureka, un eureka!

Y, por supuesto, su elegancia trisílaba ya se adaptaría perfectamente a los cantos de los niños de San Ildefonso y redondearían la faena.

Porque lo que no puede ser es que se siga cantando con tres sílabas (mil-eu-ros) lo que antes se cantaba con diez (cien-to-vein-ti-cin-co-mil-pe-se-tas) El tostón termina siendo el mismo de una forma y de la otra, pero la segunda, reconozcámoslo, es un tostón con más categoría.

Otro decretazo tendría que ver con Papa Noel, con su omnipresencia, con su contagio masivo en toda civilización habida y por haber. Ya sé que la monarquía está de capa caída (nunca mejor dicho lo de la capa) pero, por favor, además de Teruel, Melchor existe. Y los otros dos reyes también, claro.
El otro día (otra vez el otro día) se podía ir al cole con un disfraz navideño. Tras una ojeada general atravesando el patio, calculé que había pululando un 60% de papanoeles, un 30% de mamanoelas, un 8% de pastorcillos & cillas y un 2% de Spidermanes, Princesas y HelloKittys que allí me colé y en tu fiesta me planté.
¿Hace falta o no hace falta un decretazo urgente?

Si acaso también crearía alguna ley para ver qué hacemos con las peladillas.

No voy despedirme hoy sin desear buenas fiestas a todo el mundo, especialmente a los que estén leyendo esto, que les va a llegar más directamente.
Aquí en el infierno mi jefe no me deja celebrar la Navidad, pero yo me salto a la torera sus amenazas y vengo a pediros que hagáis un esfuerzo por conseguir la verdadera paz interior y alcanzar la felicidad.

Leí una vez que un sabio oriental (el único que no conoce a Papa Noel) dijo que para alcanzar la felicidad hay que acabar todo lo que tengas pendiente o a medias.
Así que he echado un vistazo por casa y he encontrado varias cosas que había comenzado pero que no había finalizado: he terminado por completo una botella de tinto reserva, una botella de tinto crianza, una bodella de Baileys, una bodeya de grron, un baquettte de batatas britas, una gajjja de vallliiiiiuuum, el resdo de unas yogoladinas y de udas badalenas.
Do deneis di idea de lo godidamende ffffabulosssso gue me ziento agora midmo...
Fod favod engviad ezdo a dodoz losss gue ziendaz gue nededitan bazz inderiozz y do alganzann la velicidadd..
Coñññño oz guiero bussshho a dodoz.
¡Joed, gómo oz guiedo!!

19 de diciembre de 2011

DIÁLOGOS INTERCEPTADOS: FRAN

Ya conté por aquí que hubo un tiempo en que me divertí escribiendo escenas ficticias en las que ponía como protagonistas a los miembros de mi familia.

Estaban basadas en algún hecho real que yo exageraba a mi modo, si bien no quedaban del todo absurdas porque a fin de cuentas siempre reflejaban la genuina personalidad del familiar elegido.

Y así, por una observación casual que hizo mi madre, la llamaron de Suecia para concederle el Nobel de Física, o por el espíritu aventurero de mi padre y sus "horizontes de grandeza" terminó conversando con Cristobal Colón.
A todo aquello lo llamé Diálogos interceptados.

Hoy rescato de aquella libreta una escena de mi hermano Fran.
Para que la cosa tenga algo de sentido he de recordar que Fran es un pequeño gran sabio.
Su oficio es el de protésico dental pero podría muy bien haber sido egiptólogo o lingüista o historiador.
Es imposible ver a Fran sin algún libro cerca, interesado en el tema más pasmoso e inaudito que uno pueda imaginar.

Tiene el don de saber contar con gusto aquello que en ese momento le tiene cautivado, y uno termina preguntándose cómo es que ha podido escuchar sin morir la fonología de los verbos swahilis o para qué ha prestado tanto interés en la vida de las reinas consortes de los Austria si a los cinco minutos las va a olvidar para siempre.
El hecho de que siendo un niño corrigiera un dato sobre Egipto escuchado en la tele y que comprobáramos que tenía razón, y el de haber ido encontrando errores en una enciclopedia a través de los años, es lo que me movió a escribir lo siguiente:

************************************
AL PARECER, FRAN ESCRIBIÓ UNA CARTA AL DIRECTOR DE LA ENCICLOPEDIA LAROUSSE PARA AVISARLE QUE HABÍA ENCONTRADO VARIAS ERRATAS EN LOS VOLÚMENES QUE SUELE MANEJAR.
COMO NO LE HICERON CASO TELEFONEÓ INDIGNADO A LA EDITORIAL (MÁS MOLESTO POR HABER SIDO IGNORADO QUE POR LOS ERRORES DE LA ENCICLOPEDIA). TAMPOCO FUE BIEN ATENDIDO DE ESTA MANERA, Y UN BUEN DÍA VIAJÓ A PARIS CON EL FIRME PROPÓSITO DE EXPRESAR SU INDIGNACIÓN Y EXIGIR QUE LE PIDIERAN PERDÓN DE RODILLAS.
ESTE ES UN EXTRACTO DE LA CONVERSACIÓN ENTRE FRAN Y EL PRESIDENTE DE LA LAROUSSE LLIBRAIRE DE PARIS, QUINCE MESES DESPUÉS DE ESCRIBIR AQUELLA CARTA.

FRAN: Buenos días, ¿por qué no me atienden como es debido?
PRESIDENTE: (sonríe mostrando los dientes) Bonjour monsieur, pase, pase y acomódese, joven.
FRAN: (le mira la boca y piensa "Tiene mordida semitransversal y el F4 torcido) Les escribí una carta, les llamé por teléfono... ¿por qué no atienden a sus clientes? (dice mientras se sienta)
PRESIDENTE: Pues... verá... Es usted el primero en hacer una reclamación de este tipo, y... ¿Dice usted que ha encontrado algún error en...
FRAN: (interrumpe) Algún error no, ¡nueve! ¡y bien gordos!
PRESIDENTE: Ya, bueno, claro, pero... es que es normal que en una enciclopedia de 10 volúmenes y más de 10.000 páginas pueda haber algún error ortográfico que...
FRAN: (ataca de nuevo) No, no, no... ¡Nueve errores, y no ortográficos precisamente ¡¡¡De contenido!!! ¿Quiere que empiece con el primero?
PRESIDENTE: (piensa: ¿quién será este tipo?) Adelante, adelante...
FRAN: ¡Uno! Tema: Egipto. Es verdad que Ramsés V hiciera expediciones contra los Nubios en el Nilo Medio pero no dejó ningún legado a los partidarios de Tiji, ni proclamó la escritura sefardita. Esos fueron Hatsetsup y todos los detractores de Anubis.
PRESIDENTE: (Traga saliva) Bien, estoo... ¿le apetece algo de beber? (se acerca a un interfono) Lourdes, traiga dos whiskys con soda, si vous plait. Continúe, monsieur Fran.
FRAN: ¡Dos! Tema: lenguas. Todo el septentrión afroasiático está influenciado por las lenguas sacras, sí, pero no todo Afganistán tiene tan marcado su carácter indoeuropeo. Si tenemos en cuenta que allí se habla el Vodua y el sefardita antiguo desde el origen de ese estado, es imposible que podamos hablar de una tercera lengua. ¡Imposible!

(Entra Lourdes, la secretaria, con un carro de bebidas y vasos. Resulta ser una chica de Petrel, antigua amiga de Fran. Éste se levanta y tras saludarla le arrea un mordisco en el brazo. Ella grita y sale abochornada)

PRESIDENTE: (con la cara pálida sirve un whisky a Fran y otro doble para él) ¿Dónde estudió usted, señor Fran?
FRAN: En Petrel, Barcelona, Sevilla y Alemania.
PRESIDENTE: (piensa: Dios me libre. ¡Es un erudito! ¡Un hombre de mundo!) Bien... decía usted que...
FRAN: (sin darle tiempo a más) ¡Tres! tema: País Vasco. No hay indicios de que el vasco se asentara en Álava y dejara que su lengua corriera libre de vínculos por Bilbao y San Sebastián. Y es mentira que los abertzolari marquen más las sílabas que los herriodori. Y encima dicen que su mayor industria se inició después de la guerra civil, cuando todo el mundo sabe que nació en pleno conflicto. (Hace una pausa) ¡Cuatro!
PRESIDENTE: (apura de un trago su vaso y se sirve otro; esta vez sin hielo) Sí, cuatro, cuatro...
FRAN: Tema: poetas catalanes. ¿Cómo van a dividirse los poetas del XIX en tres grupos si el tercero ya forma parte de la nueva ola de los artistas del rosollí mallorquín? ¿No se habrán confundido con la generación de los franco-leridanos? Porque no he visto en mi vida que a Josep Buñiol lo enclaven con los sefarditas. ¡En mi vida!
PRESIDENTE: (que parece saber algo del tema) Bueno, Buñiol sí estuvo...
FRAN: (interrumpe eufórico) Sí, pero no afiliado, ni como grupo, y menos después de morir su madre.
PRESIDENTE: (con un hilo de voz y la cara como un cirio) ¡Ah!
FRAN: ¡Cinco! Tema: fronteras geográficas. ¿Desde cuando el pirineo catalán tiene en la parte francesa el territorio de La Roballeta?
PRESIDENTE: ¡Pero si no lo tiene!
FRAN: ¿¿Y por qué lo pintan de azul?? ¡En azul lo francés, y me ponen a La Roballeta como francesa, cuando es española desde 1337!
PRESIDENTE: Oh, mon Dieu...
FRAN: ¡Seis!
PRESIDENTE: (apretando apresurado el botón del interfono) Lourdes, tráigame la carta de dimisión.¡No puedo más! ¡Dimito! (y se echa a llorar)

14 de diciembre de 2011

SERVICIO DE CONTESTADOR AUTOMÁTICO

La persona a la que busca no está disponible en este momento.
Si lo desea puede dejarle un mensaje después de la señal.



9 de diciembre de 2011

DE UNA NIÑA QUE ANUNCIABA PAÑALES Y UN NIÑO QUE CANTABA EN FRANCÉS

El otro día, viendo una película en casa recordé algo.
- ¿Te acuerdas, Samuel, de las veces que llegaste a ver esta película? - le pregunté.
- Mmm, me suena - contestó.
- ¿Sólo te suena?

Más o menos todos tenemos una película fetiche de esas que no nos cansamos de ver.
En el caso de mi hermana fue Grease.(¡Acachuuuú dermoltiplayen!, que cantaba el Travolta) Llegó a verla tantas tantas veces que fundió la cinta, literalmente.
Eran los tiempos del VHS, claro, y el tute que le dio fue de campeonato.
Apamen veneraba Dirty Dancing, de la que soy testigo que visionó tantas veces como para haber alcanzado algún record Guiness sin saberlo. Y aún hoy, cuando haciendo la acostumbrada batida con el mando a distancia la encuentra casualmente en algún canal de la tele, se queda extasiada. "¿No serás capaz de verla otra vez?" - le digo temeroso. Es una pregunta tonta, porque de sobra sé que sí, que ES capaz.
Ocurrió que Samuel, que era muy de Spiderman, de Zathura y de los Power Rangers, vio un día conmigo Los chicos del coro, aquella película francesa del entrañable profesor de música que acude a un internado de niños problemáticos y se gana su cariño enseñándoles a cantar y, oh, cosas de la vida, quedó prendado. Al día siguiente quería volver a verla. Y al otro, y al otro.

Debió cautivarle su música de tal manera que a fuerza de escuchar las canciones empezó a cantarlas, como si fuera un componente más de ese coro. Aún no había cumplido los 4 años.
Lo divertido es que al imitarles parecía realmente que supiera la letra de las canciones, y que, por lo tanto, cantara en francés.
Quise que hubiera un documento videográfico para el recuerdo e hice los preparativos necesarios para grabarle, pero pasó lo que suele pasar, que con la cámara delante se cohibió y no lo hizo con esa naturalidad y precisión con que lo hacía.

- ¿No te acuerdas de que te sabías todas estas canciones? - le dije.
Y viendo la cara de extrañado con que me miró, me apresuré a buscar la grabación para demostrárselo.
Al dar con ella descubrí que tuve unos hijos de anuncio, que aparecieron por grandes y pequeños carteles de muchas ciudades, publicitando todo tipo de marcas de prestigio. ¡Y yo sin acordarme!

Pero digo yo... ¿cuándo me van a pagar por aquellos derechos de imagen? ¡¡Aún no he visto ni un céntimo!!

3 de diciembre de 2011

EL CAMPO: WISKOCHE Y SABERÓN

- Papá, ¿quién pintó una W y una S ahí?- me preguntaba mi hijo hace unos días, señalando la pared frontal del trastero.
- Fui yo. Hace muchos años.
- Pero qué quiere decir.
Entonces caí en la cuenta de que con 8 años que tiene y no le había hablado nunca de Wiskoche y Saberón. Seguramente no lo hiciera porque no es una historia con final feliz.

- No te he contado que aquí en el campo tuvimos dos caballos, ¿no?
- ¿¿Pero caballos de verdad?? - quiso saber interesado.
- Y tan de verdad. Vivían ahí dentro.
- ¿Y qué pasó? ¿Por qué ya no están?

Y entonces le conté toda la historia, cosa que voy a trasladar aquí y ahora con mayor detalle.
Mi padre se dedicó durante muchos años a la compra-venta de terrenos e inmuebles.
Muchas veces ocurría que a falta de dinero en efectivo hacía trueques.

"Hagamos un trato: mi bancal de almendros de Las Casas por tu pinada de la rambla, ¿te parece'?" o "Tiene más valor lo que te ofrezco, añádele tal cosa y quedamos en paz"
Un negocio que nunca le hizo rico pero que le dejó no pocas satisfacciones.
Así fue como en uno de aquellos trapicheos llegaron a casa dos enormes cabezas de ciervo. La de la hembra presidió el salón durante muchos años. Se colocó encima de la chimenea y en fechas navideñas solíamos colgar grandes bolas de su cuello. Me gustaba aquella cierva que además de guapa parecía sonreír.
Con la del macho no recuerdo qué se hizo, solo sé que habría hecho falta tener un palacio de altos techos para que cupiera semejante cornamenta. Era impresionante.

Pero el trueque que más alegría nos dio lo descubrimos mis hermanos y yo un día al volver del instituto y el colegio. Por el camino que conduce a la caseta que se construyó para trastero, vimos un hermoso caballo marrón caminando mansamente.

- ¡Arrea! ¡¡Un caballo!!

Mi padre, al que contagiamos nuestra ilusión, nos contaba que era una yegua, pero no una yegua cualquiera, era una yegua con pedigree. Tenía su propio carnet de identidad en el que se detallaba su nombre: Wiskoche, su fecha de nacimiento y multitud de datos más. Era un pura sangre inglés que había llegado a competir en el hipódromo de La Zarzuela de Madrid.
Pese a lo fascinados que estábamos observando al animal, ninguno nos percatamos de lo abultado que tenía el vientre.

- ¿Os gusta? Bueno, pues en poco tiempo tendréis una sorpresa.
- ¿Una sorpresa?
Verdaderamente fue grande el entusiasmo que nos produjo el saber que estaba preñada y que pronto tendríamos un potro. Lo que faltaba. Mis hermanos pequeños se encandilaron ante la idea de montar en el potrillo, de cuidarlo, de sacarlo a pasear..., yo empecé a imaginar lo extraordinario que resultaría ver parir a una yegua, y si tendría estómago como para ser testigo de tal prodigio.

Una tarde Wiskcohe se mostró muy inquieta. Entraba y salía constantemente del trastero reconvertido en cuadra y pasó muchas horas en continuo movimiento, bufando, tumbándose en el lecho de heno y volviéndose a levantar. Parecía que el momento había llegado y yo estaba expectante por ver señales evidentes de que así era, pero las horas pasaban y el animal no parecía querer darme la satisfacción de verle parir. Y como se hizo muy tarde y había que madrugar, me perdí el nacimiento. No obstante me levanté muy temprano para encontrar en la cuadra a mi padre, que había ayudado a Wiskoche a expulsar lo que descubrí como un bulto negro con unas patazas larguísimas. Me pareció inconcebible que algo así de grande hubiera estado dentro de la madre. Aún llegué a ver en un rincón la placenta y el gran charco de viscosos fluidos sanguinolentos que me convencieron de que jamás estudiaría medicina.

Al potro le pusimos por nombre Saberón, que había sido el que nuestro padre inventó para uno de los muchos indios de plástico que mi hermano Tomás y yo tuvimos, y que siempre nos pareció un nombre estupendo. Creo que ninguno de los cuatro hermanos hemos olvidado lo divertido que fue ver a Saberón intentando levantarse, ni la risa que nos daba cuando no era capaz de acompasar las cuatro patas y trastabillaba una y otra vez. Los que hayáis visto Bambi lo imaginaréis con acierto.
Le hice varias fotos de las cuales voy a presentar una que muestra el momento en el que Saberón asomaba la cabeza por la puerta para descubrir el exterior por primera vez.

Los días fueron pasando y el potro crecía pegado a su madre, de la que no se separaba ni a sol ni a sombra.
Tenemos la suerte de tener un vecino muy aficionado a los caballos que tiene un amplio recinto exterior que utiliza para que los suyos se ejerciten. Como Wiskoche necesitaba correr, nos dio permiso para que la lleváramos varios días a la semana y aquellos momentos también fueron dignos de ver, los de la yegua galopando y el potro siguiéndola a su manera, con saltos en los que arqueaba el lomo y relinchaba contento.

Aprendimos la forma de alimentar a Wiskoche, a la que había que controlar porque era una glotona de cuidado, tuvimos que pringar alguna vez que otra a la hora de limpiar el establo, nos turnábamos para cepillar a madre e hijo...
Las salidas hacia el recinto donde ambos trotaban las solía hacer mi padre porque había que cruzar una carretera que, aunque poco transitada, revestía cierto peligro, pero como finalmente nos aleccionó a Tomás y a mí de cómo hacerlo, algunas veces los llevábamos nosotros.

Un día mis padres tuvieron que salir durante todo el día y nos dejaron instrucciones de las cosas que debíamos hacer. Una vez más pusimos las bridas a la yegua y la condujimos a su lugar de esparcimiento, con Saberón justo a su lado porque, como he dicho, apenas se alejaba de ella.
A la hora de regresar abrimos la puerta de la valla, volvimos a colocar las bridas en la cabeza de Wiskoche y la guiamos hacia la salida. Fue justo en el momento en el que Saberón estaba en uno de esos arranques de entusiasmo propios de la excesiva juventud (a lo mejor estaba en la edad del pavo caballar) y corría y saltaba alejado de su progenitora, sin percatarse de que habíamos vuelto para recogerles.
Cuando por fin se dio cuenta y desde la distancia vio que su madre estaba saliendo por la puerta, fue tal el ataque de pánico que le entró al verse alejado de ella, que vino a toda velocidad para poder salir a su lado. Y, como digo, la carrera fue tan desesperada que ni él mismo tuvo control sobre la misma y cuando quiso darse cuenta tenía ya la valla de madera a escasos metros de él, con lo que se sintió obligado a saltarla para no estamparse contra ella.
Pero el salto no tuvo la altura necesaria (era un potrillo sin experiencia para tantas cosas) y en el tremendo impulso se golpeó en la cabeza con el borde de uno de los gruesos tablones.
El ruido del golpe nos dejó sobrecogidos, pero a Saberón, que ni imagino el dolor que debió sentir, sólo le importaba volver a pegarse a su madre y tras unos segundos aturdido en el suelo, se levantó con celeridad y se unió a ella con alivio.

Cuando Tomás, Fran y yo nos aproximamos a mirarle descubrimos que tenía una hendidura en la frente, una brecha en carne viva entre los ojos que aunque no sangraba sí presentaba un feo aspecto. Solo de verlo se nos encogía el cuerpo.

- Saberón- le decíamos asustados, acariciándolo- pero cómo eres tan tonto. ¿Es que te creías que nos íbamos a ir sin ti? ¡Pobrecico!

Les llevamos al establo y esperamos con impaciencia a que llegaran nuestros padres para relatarles el accidente.
Era noche cerrada cuando pudimos hacerlo y, tras examinar la herida, mi padre decidió que al día siguiente haría vacunar al animal.
Pero ocurrió que primero comentó con el vecino lo ocurrido y éste le quitó importancia al asunto.
- Tranquilo, el estar mamando de la madre le inmuniza de infecciones. Eso en unos días está curado.

Pero no fue así.
Aunque aparentemente todo iba bien, el pequeño potro fue perdiendo vigor y un día cayó al suelo ardiendo de fiebre. Mi padre se arrepintió enormemente de no haber actuado con la diligencia que el sentido común le dictó en un principio porque, cuando quiso actuar, ya era tarde. Saberón se estaba muriendo.

Me acuerdo de la sensación de impotencia y tristeza de toda la familia al verle echado en el establo, con espasmos, poniéndose más rígido conforme pasaba el tiempo. A Wiskoche se la veía tranquila; se agachaba a veces a olisquearle y a darle empujones con el morro como animándole a que se levantara de una vez. No parecía ser consciente de lo que estaba ocurriendo.

Mientras mi padre cavaba un gran hoyo en uno de los bancales, nosotros sacamos a Wiskoche al pasto verde de los naranjos donde se pasó un buen rato mascando hierba fresca, ajena al hecho de que su cría estaba muriendo en esos momentos.

Pero si hay algo que de verdad nos quedó grabado a todos con fuerza fue la reacción de la madre cuando entró de nuevo al establo y descubrió que su hijo ya no estaba.
Salió rauda al exterior, volvió a entrar, lo buscó con los ojos, con el olfato… Volvió a salir y a entrar en repetidas ocasiones esperando encontrarle por algún sitio, y como no lo conseguía empezó a relinchar con fuerza y a moverse con tanto nerviosismo que mi padre nos pidió que nos pusiéramos a resguardo porque creía conveniente soltarla por el campo para que se desahogara corriendo. Cerramos las puertas de salida a la carretera y la dejamos salir.
Y Wiskoche corrió y corrió relinchando con furia. Impresionaba su velocidad y su fuerza. El sonido sordo de sus pasos sobre la tierra contrastaba con el estruendo de sus cascos al pisar suelo firme al dar vueltas y más vueltas alrededor de nuestra casa. Saltó ribazos, golpeó árboles, levantó nubes de polvo, y en su desesperado galopar pasó en varias ocasiones, sin saberlo, sobre la tumba de su hijo.
Cuando finalmente se agotó volvió a la soledad del establo.
He pensado en muchas ocasiones qué debió sentir en aquellos momentos el animal, qué pasaría por su cabeza. Estoy convencido de que, como los humanos, sintió el dolor físico de la pérdida.

La desilusión tras la muerte de Saberón, sumado al hecho de lo costoso que es alimentar a un caballo y lo poco apropiado de tener una yegua de esas características sin ningún rendimiento, movieron a mi padre a venderla y poco después apareció un comprador y se la llevó.
Ignoramos qué fue de Wiskoche, a dónde se la llevarían, si volvería a participar en carreras, si daría a luz a otros potros…
Dado el tiempo transcurrido, es seguro que ya debió morir.

- ¿Entonces Saberón está enterrado ahí? – me señalaba Samuel
- Sí, justo ahí, debajo de la palmera. Era un potro muy bonito. Habría sido un gran caballo. Recuérdame que en casa te enseñe fotos de cómo era.
- Vale.

La palmera del lugar no es muy alta pero crece robusta. En días de viento las palmas se agitan con fuerza, como las patas de algún caballo galopando con brío.

Eso es lo que a mí me parece, un caballo sin edad que corre por espacios infinitos.

26 de noviembre de 2011

LEER BLOGS ME DESLUNESIZA

A mi hermano Fran, los domingos por la tarde le disgustan enormemente.
Siempre ha dicho que los domingos nacen con muy buena predisposición, pero que conforme van pasando las horas se van amustiando, perdiendo alegría, transformándose en un quiero y no puedo.
Abandonan su espíritu dominical para ir "lunesizándose" poco a poco.
Que caducan pronto, vamos.

Recuerdo que una vez, en algún juego familiar , supongo, nos preguntamos cuál era la cosa más deprimente del mundo, y él dijo:
- Un domingo por la tarde, especialmente si se oyen de fondo las voces de los comentaristas de Carrusel Deportivo. Es para ponerse a llorar.

Mi carcajada fue antológica.
Desde entonces, cada vez que oigo retransmitir futbol en la radio en domingo, me acuerdo de aquello y sonrío y pienso: "Mira, Fran odiaría este momento".

El caso es que hoy me he vuelto a acordar de aquello pero por otro motivo. Me sentía un poco como el gato de Roberto Carlos, vaya usted a saber por qué; quizás por estar tres días sin ver el sol (¡lo que ha llovido por el Mediterráneo!) o porque no dejo de escuchar historias de la puta crisis que me encojen un poco el estómago.
El trabajo de Apamen tiene un futuro cada vez más incierto y el mío parece el tren de la bruja: siempre que llego me dan un susto. Que si va a pasar esto, que si nos va a caer lo otro...

Así que estaba yo como de domingo tarde franciscano: apagaíco perdío.

Pero mira por donde llego a casa y me topo en el portátil con una carpeta con el nombre “Paridas blogueras” en la que he ido guardando aquellas frases escritas por otros bloggers y que, por alguna razón, me hicieron reír, a veces a todo pulmón. Es la suerte de tener un hobby que no a todos gustará pero que a mí me lo hace pasar realmente bien: leer blogs.
Recurro a mis favoritos para dejarme llevar por las historias que me cuenta cada cual y será porque a fuerza de visitarles creo conocer a todos un poco y les imagino muy bien en cada vivencia personal, que siempre paso un rato muy agradable.

Hoy he abierto esa carpeta y releyendo esas paridas gloriosas me he deslunesizado por completo.

Siempre llevo chocolatinas encima como si no hubiera un mañana.
Dra Anchoa

La declaración de la Renta me ha salido a llorar.
Davidovic

Yo de pequeña era tan buena que si me caía al suelo lloraban los demás, en vez de yo.
Barbijaputa

El ketchup es esencial en cualquier hogar para mantenerlo medianamente a flote.
Aitor Maiden

Los monitores de deportes de riesgo son el mamífero que más copula de la naturaleza.
Blanco Humano

De momento tengo un blog.
Aquí está. Aquí estoy.
En frente internet. Y la blogosfera.
Acojona un poco.
Blog Marlei

Hace un tiempo manejo la teoría de que en realidad los adolescentes no son malas personas: es más, puede que ni siquiera sean personas.
Lorzagirl

Mis vecinos tienen un bebé que llora. Hay días en los que llaman a una exorcista, que además resulta ser la abuela, para que calme a la criatura.
Okr

Este blog está enfocado a la dominación mundial, o en su defecto la de algún polígono industrial que esté mal vigilado.
Loquemeahorro

No creo que haya alguien que no haya visto Pretty woman, pero si lo hay, el método para verla es muy sencillo: si te quedas parado el suficiente tiempo delante de la tele... la ponen.
Blanco Humano

La memoria histórica, la memoria histórica... Cojones, si no me acuerdo de lo que comí ayer.
Davidovic

Todo está más rico partido por la mitad y untado de Nocilla.
Bichejo

Gracias a Internet ahorramos muchísimo tiempo que después podemos malgastar en Internet.
Bugman

Tengo un trancazo… Además estoy muy constipado.
vittt

Hoy se ha puesto a la venta la primera pastilla contra la eyaculación precoz. Ya está, terminé el post.
hitlodeo

He leído alguna vez: "La página a la que va a entrar puede no ser segura"... Vale, tranquilo, Windows, relájate. Tampoco es seguro andar a ciertas horas por la calle y ahí me tienes. Qué poco sentido de la aventura, güindous, majo.
Fran. A las tantas de la mañana

Cómanse esos plátanos que están buenos. Por fuera están hechos unos zorros y dan hasta grima, pero eso es porque son salvajes.
Madrepeibol

Los habitantes de Plutón todavía están de capa caída desde que les quitaron la planetariedad.
Loquemeahorro

Nacemos. Crecemos. A veces nos reproducimos. Morimos... En realidad no es para tanto.
Bugman

De ninguna manera me estoy haciendo viejo. Lo que pasa es que las jovencitas vienen cada vez más jovencitas. Debe ser por el calentamiento global.
Bugman

Soy tan vago para la cocina que ni abrirme el pan para un bocata: muerdo un cacho de pan, muerdo un trozo de queso, y pienso: “¡Hala, como los pastores!”
El Zorrocloco

Me oriento de puta madre. Pero me pierdo muy bien también.
Gonzalo Viveiró Ruiz

Yo soy muy macho y no lloro nunca. Estuve a punto en unas rebajas, que una maruja me quitó un bolso de Gucci precioso, pero ni así.
Blanco Humano
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¿Alguna parida bloguera en mente que os hiciera reír a mandíbula batiente?

(En la foto: un primo segundo de E.T. busca la planetariedad de Plutón entre la maleza y descubre a un JuanRa adolescente, que ni es persona ni nada remotamente parecido)

22 de noviembre de 2011

BYE BYE, BINGO



Cuando en el trabajo me dieron la noticia, supe que iba a arder Troya.
En la imaginación pude ver a las señoras bingueras furiosas, atrincherándose en la Pajarera, su casino particular, volcando las mesas a modo de parapeto, armadas con paraguas, garrotes y bolsos con munición.

No llegaría la sangre al río, naturalmente, pero la novedad era lo bastante importante como para intuir que habría tangana, y que de todo ello nacería un hermoso post.

En quien primero pensé fue en Doña Josefina, la versión femenina del capo Corleone. Esa misma tarde, una de sus secuaces, al pasar por mi lado para llenar un botellín del dispensador de agua, me dejó un recado cargado de amabilidad.

- ¡La Josefina quiere verte, y quiere verte AHORA!

No sabría explicar a qué se debe mi sumisión ante esta mujer, pero tiene un carisma que anula todas mis voluntades y me hace besar el anillo que luce y hasta el suelo que pisa.
Así que no la hice esperar y me acerqué a la Pajarera donde la encontré sentada, bien erguida, de espaldas al mejor radiador, como siempre.

- Juanico, acércate que me tienes que explicar una cosa... - y cuando estuve a su altura me hizo un gesto con la mano para que me aproximara mucho más, como cuando me habla en tono confidencial - ¿Qué es eso que he oído de que nos quieren prohibir el bingo?

Al parecer la noticia se había propagado más deprisa de lo que había imaginado.

Todo se remonta a cuando unas salas de juego de Mallorca y Cáceres denunciaron a unos Centros de Mayores por montar partidas de bingo, lo cual era, en su opinión, una competencia desleal. La noticia tuvo trascendencia en los medios y las autoridades se vieron obligadas a hacer cumplir la ley establecida, que prohibe este tipo de ocio en locales no autorizados cuando se juega con dinero. La orden se extendió al resto de España y así, una circular llegó a nuestro centro con la misma prohibición.


Para comprender el verdadero alcance de la gravedad, hay que conocer la inmensa afición que tienen las bingueras por sus tardes de juego, y cómo son capaces de matar , como ya conté, por sus partiditas de cada tarde.
- Pues sí - le dije a la Corleone - parece que no se va a poder jugar más al bingo.
- ¿Y eso por qué?
- Pues porque ha llegado un fax que dice...
- Pero quién manda ese fax - me interrumpió.
- Pues... no sé... algún político, digo yo...
- Pues que venga ese político a decirnos a la cara que no vamos a jugar al bingo.

¡Toma ya! ¿Valdría o no valdría la Doña para mafiosa siciliana?

- Pero eso no puede ser, Doña Josefina...
- ¿Me vas a decir que después de años jugando al bingo sin problema, ahora de repente se va a acabar nuestra única diversión? ¿Que por diez cochinos céntimos que pagamos por cada cartón no nos van a dejar jugar más? ¡Pues ni que nos hiciéramos ricas con esto! ¡No lo podemos permitir!

No sé si sería por el denso aroma a laca y perfume que desprende y que termina por hipnotizar, pero yo empaticé inmediatamente con su malestar y me uní fielmente a su causa; y puedo asegurar que si Doña Josefina me hubiera pasado un cuchillo bajo manga y me hubiera ordenado "¡Mátales!", yo ahora estaría en búsqueda y captura.

Pero perdimos la batalla.
El bingo se confiscó y se guardaron el micrófono y los cartones. De nada sirvieron las protestas de las furibundas bingueras, que fueron incluso capaces de presentarse ante el alcalde para protestar.
"¡El Hogar es nuestro!" "¡Ya basta de prohibiciones!" "¡El único ratico bueno que tenemos los jubilados!" "¡No hacemos mal a nadie!" "¡Es injusto!"

Días después, con la compra de tableros de parchis, cartas y dominós para que pudieran continuar con sus reuniones de ocio, los ánimos estaban más calmados, pero había más de una que estaba realmente enganchada al bingo y no terminaba de digerir el disgusto.

Doña Josefina sigue apareciendo con su distinguido porte, y desde la distancia me dedica unas miradas que interpreto como que debo estar siempre a su servicio si no quiero aparecer degollado en las calderas un día de estos.

Una tarde se acercó a mi mesa un jubilado (uno de los pocos hombres que jugaba también al bingo) Venía con aire abatido.
- Juanillo, ¿qué ha pasao? ¿por qué nos han quitado nuestra única diversión?

Yo se lo explicaba con paciencia pero él seguía sin comprenderlo. Me decía que nunca le habían gustado el parchís ni las cartas, que no sabía leer y que en adelante no sabría qué hacer por las tardes. Hasta me propuso que hiciera la vista gorda y les devolviera la máquina para jugar...

El hombre me insistía con mucha pesadumbre, pero asumiendo que no estaba en mi mano el que jugaran de nuevo al bingo, terminó por marcharse.
- A ver qué hago yo en mi casa ahora...

Diez minutos después recibí una llamada de una señora con voz chillona que me dejó alucinado. La conversación fue así:
- Oiga, ¿me puede decir qué hace mi marido en casa ya? ¿Es verdad que han quitado el bingo?
- Sí, señora
- ¿Y eso?
(Yo se lo explicaba)
- Pues eso tendrán que arreglarlo para que haya bingo otra vez, ¡¡que yo estaba muy a gusto todas las tardes sin mi marido en casa!!

Al principio tuve que reprimir la risa, pero después, pensándolo bien, vaya, que me dio mucha pena el hombre.

18 de noviembre de 2011

LOS DIABLOS DE CANTABRIA

Imaginad un gran mapamundi sobre un panel de corcho.

Imaginad que en cada lugar donde hay algún diablo escondido, claváramos una chincheta roja.

Podría llegar el momento de clavar la chincheta número 666, y al mirar el mapa desde la puerta (cuidado con no tropezar con el cubo de la fregona), descubrimos que las chinchetas también forman un gran 666 de color fuego. ¿Qué ocurriría entonces? ¡Vamos, imaginad, imaginad, no me lo dejéis todo a mí!


Es más que evidente: se desatarían los infiernos y el mal tomaría cuerpo en todas sus manifestaciones:
El aire olería a azufre. Empezarían a nacer animales con dos cabezas. Las vacas dejarían de dar leche para dar vino (lo cual sería la leche) Los leones de las Cortes se harían de carne y hueso y saldrían pitando de allí. El agua se apagaría con fuego, y el fuego con leche (que ya no habría) El fantasma de Stalin bailaría la jota delante de la Pilarica. Todos los volcanes del mundo vomitarían a un tiempo (menos el de El Hierro, para quitar hierro al asunto) Los grandes templos, los museos y las bolsas se hundirían (esto último no pillaría a nadie de susto) Las cucarachas convocarían reunión urgente para nombrar presidente. Se acabaría internet, se oirían lamentos y juramentos y nunca más sería primavera en el Corte Inglés.

Duro, ¿eh? ¡Y no estamos haciendo nada por evitarlo!

Recibí un correo de la Doctora Anchoa y El Ese , contándome que habían estado de viaje por Cantabria y se les había ocurrido esconder unos diablos por allí (¡¡Bien, unas chincheticas más!!)

Traslado a continuación lo que me escribía la Doctora (que dicho sea de paso, es la mar de salá)

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Desde que descubrí el blog de JuanRa, y su estupendo juego de los diablos, he estado deseando colocar alguno por alguna parte del mundo. Hasta el momento se me había olvidado siempre que me iba de viaje, pero este puente de los difuntos El Ese y yo nos fuimos a Cantabria, y pensamos que ésta era la nuestra.
Aprovechando que El Ese es todo un artista, la idea era que la tarde anterior de irnos los dibujara, y así llevárnoslos ya puestos. Desastre total, por supuesto, si tenemos en cuenta que la misma mañana que salíamos de casa ni siquiera habíamos hecho las maletas, como para ponernos a dibujar. Pero no pensábamos dejarlo estar, que nos apetecía mucho colocar los diablos cántabros, así que, estando ya en Cantabria, compramos una libretita y un boli y El Ese se marcó unos diablos fantásticos.
Este año decidimos visitar la comarca del Besaya. La primera parada de este viaje fue en Barros, donde acudimos a ver las estelas cántabras:

Aquí se quedó nuestro primer diablo, que tenía esta pinta:
Como había bastante gente alrededor de las estelas, tuvimos que dejar el diablo al lado de la puerta de entrada, en un muro de piedra, os enseño el sitio exacto:
La siguiente parada de ese día parece que la hayamos hecho en honor a JuanRa, ya que fue una visita de cine: la casa en la que se rodó la película de Los otros, el Palacio de Hornillos, situado en Las Fraguas. Costó un poquito encontrarlo, pero en cuanto lo hicimos nos encantó:
No se podía entrar en la finca, porque debe de ser de propiedad privada, así que sacamos el diablo:
Y lo dejamos en un muro de piedra que hay al lado de una de las puertas de la finca:

Y el tercer diablo por supuesto que tenía que acabar en Santoña. Tras probar en varios sitios que no nos convencieron, al final elegimos el monumento a Juan de la Cosa:
Aquí se quedó nuestro diablo santoñés:
Lo dejamos en las rocas que hay en la parte de abajo del monumento, mirando de frente desde la fotografía:
¡¡¡Y tres diablos colocados!!! Nos lo hemos pasado muy bien con el juego, JuanRa, no dudes que para el siguiente viaje repetiremos.
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Muchas gracias, pareja de dos. Habéis estado sembraos en vuestra hazaña diablera. ¡Y por fin comprendo aquella escena de la película que no entendía! ;)

14 de noviembre de 2011

TOP CRY ( O LLORERA A TOPE)

No tenía previsto algo así para hoy, pero dado que hubo una gran participación en la entrada anterior, y quien más, quien menos, dejó títulos de películas que por algún motivo le hicieron soltar la lagrimilla, no me he podido resistir a dejar reflejada la lista completa.

Por un lado porque me gusta el cine y todo lo relacionado con carteles y fotogramas famosos, y por otro porque no deja de ser interesante tener a mano un referente de ese cine que emociona, que te deja con el corazón encharcado y la cara de tonto, pero que también nos demuestra lo maravillosamente convincente que es en ocasiones el cine.

Por todo eso dejo aquí expuestas todas las recomendaciones que han llegado al infierno (las mías y las vuestras)

Aunque la mayoría son dramas, están incluídas ciertas películas que para más de uno tuvieron su momento clínex-matográfico.

Aquí las muestro, por décadas.

En los 40 y 50...Bambi, ¡Qué bello es vivir!, Marcelino Pan y Vino, Historias de la radio.
Tú y yo, Las noches de Cabiria, Adivina quién viene esta noche.

En los 70...

Heidi, Marco, Las aventuras de Pinocho (series de TV las tres)
Campeón, Tal como éramos, Kramer contra Kramer.


En los 80...


Tod y Toby, El club de los poetas muertos, E.T. el extraterrestre, Cuando el viento sopla, Cinema Paradiso.


La historia interminable, Top Gun, La carta final, Verano azul (serie TV)


La colmena, El color púrpura, El hombre elefante, Máscara, Elliot.


El disputado voto del Sr Cayo, Los puentes de Madison, Más allá de los sueños, Titanic.


En los 90...


Romeo+Julieta, La lista de Schindler, El inolvidable Simon Birch, Eduardo Manostijeras, El hombre que susurraba a los caballos.


Pena de muerte, La milla verde, Leaving las Vegas, Quédate a mi lado, El sexto sentido.
En la década del 2000... (¿Cómo se llama a esta década? ¿Los OO?)


Tierras de penumbra, Mi perro Skip, Forrest Gump, La vida es bella, Corazón indomable.


Posdata: te quiero, Cadena de favores, Gran Torino, Billy Elliot, Wall-E.
Up, Rent, Mamma mia, Moulin Rouge, Camino, Los chicos del coro, Soy leyenda.
Hotel Rwanda, Million dollar baby, Big fish, En busca de la felicidad.


Desvelo, por último, el primer puesto en mi lista particular y que nadie nombró.


Se trata de La tumba de las luciérnagas, un clásico japonés de la factoría Ghibli del año 1988. Parece mentira pero una película de dibujos animados me dejó más tocado que cualquier otra hasta hoy. Y cuando digo tocado digo tocado, hundido, muerto, resucitado, vuelto a morir...



Si alguien la conoce me gustaría saber sus impresiones, y quien no... bueno, yo no sé si recomendarla después de cómo me dejó a mí. Es de una amargura desbordante. Bella, cruel, impactante, terrible, tristísima, brutal, magnífica...


Y para colmo, real.


Ahí queda eso.

8 de noviembre de 2011

LOS GRANDES MOMENTOS CLINEX


A uno le tocó nacer varón y acatar esa norma que dice que los hombres no lloran.

Ignoro si tiene rango de ley, lo que sí es sabido es que es una norma muy antigua y que está muy mal visto el no cumplirla.

Y, bueno, ante esto he hecho siempre todo lo que he podido, pero admito que no siempre me ha sido fácil.

La música, por ejemplo, mueve en ocasiones resortes capaces de emocionar, debilitarte por dentro y conseguir quebrantar el reglamento.


Por suerte, cuando un hombre llora y no hay testigos del hecho, no se considera infringida la ley, salvo que luego lo confiese a otros, creando un agravante en su imagen. Y no me vengan con que eso era antes, que estamos en pleno siglo XXI y las cosas han cambiado mucho... ¡Pamplinas! No han cambiado nada. Los hombres solo podemos llorar en la clandestinidad, furtivamente, y si nos pillan decir que se nos ha metido un mosquito en el ojo.

Por eso yo he pasado momentos muy comprometidos en alguna que otra sala de cine, pues, junto con la música, es el cine otra de mis debilidades más debilitantes.

Algunas películas parecen hechas con toda la mala leche de hacer llorar a todo el personal.

Me he visto en muchas de esas en las que en vez de palomitas juraría que me he tragado un alfiletero y se ha quedado atascado en la garganta. Ocasiones en las que eres consciente de que la película está a punto de acabar y has de recomponer el tipo si no quieres que se enciendan las luces y te pillen con cara de haber estado pelando cebollas en un velatorio.

Es tremendamente difícil conseguir la concentración necesaria para que no se note nada: " Venga, tranquilo, - te dices a ti mismo - esto es solo una película, el chico no es huérfano de verdad, hay cámaras enfrente, ¡ella no está enferma, es maquillaje!, ¡basta!, ¡se acabó!, ¡respira hondo! ..." Pero de repente se oyen las tristes notas de esa tristísima música que remata los finales de este tipo de películas, y lo que era una prueba difícil se convierte en una prueba de fuego. Los ojos se inundan, el pecho se desboca, el alfiletero crece... Segundos antes de que se ilumine la sala, pasas las manos por la cara a una velocidad ultrasónica y respiras tan hondo que casi acabas con el oxígeno del lugar. Entonces conviene levantarse pronto y evitar miradas directas, sobre todo de otros hombres que podrían dar la voz de alarma : ¡Eh! ¡¡Ahí va un llorica!!

Curiosamente, en esas huidas al exterior, se me ha dado el caso de cruzar involuntariamente la mirada con la de otro congénere, con señales inequívocas de haber llorado. Es cuando se produce un diálogo sin palabras:

"Pero hombre, disimula un poco, ¿no?"
"¿Y tú qué? Se te nota de lejos"
"Bueno, haré como que no te he visto si tú haces lo mismo, ¿de acuerdo? ¡Pero que no vuelva a ocurrir!"
"Lo mismo digo, tío"
Y así, el crimen queda impune.

Pensando en esas situaciones puntuales en las que viendo una película he infringido la norma, he creado lo que acabo de bautizar como la lista de los grandes momentos clínex y que paso a compartir con vosotros, (hombres y mujeres), si bien negaré haber escrito esto si alguno (hombre o mujer, pero sobre todo hombre) osa a levantar hacia mí el dedo acusador. Que yo sé eliminar las pruebas sin dejar rastro, ¿eh? ¡Y sé dónde vives!

A pesar de que la primera película que vi en el cine fue Bambi y que casi me amarga la vida entera, no la incluyo en la lista porque no me hizo llorar sino quedar estupefacto durante un largo tiempo que abarca hasta el día de hoy. De hecho aún tengo previsto el juicio contra Walt Disney por los daños y perjuicios ocasionados.

Pero bueno, aquí va la lista, de menos a más desequilibrante. (Advierto que puede contener spoilers)

12) EL HOMBRE ELEFANTE (The elephant man, 1980)
La historia real de Joseph Merrick, un hombre que nació gravemente deformado y que vivió en Londres durante el siglo XIX.
Momento clínex: Cuando la actriz de teatro (Anne Bancroft) se dirige por vez primera ante el que todos despreciaban y consideraban un monstruo, con una sincera sonrisa de respeto y admiración que emociona a Merrick profundamente.

11) EL COLOR PÚRPURA (The color purple,1985)
La historia de Celie, una joven muchacha negra que es separada violentamente de su hermana, a quien añora toda su vida.
Momento clínex: el del reencuentro de las hermanas, especialmente cuando se ponen a jugar con las manos como cuando eran niñas.


10) BIG FISH (2003) Un joven lleva varios años distanciado de su padre, molesto de que cuente siempre su vida de una manera que él considera fantasiosa.
Momento clínex: El de la reconciliación del hijo con su padre, cuando lo saca en brazos del hospital y lo lleva al río.



9) MÁSCARA (Mask, 1985)
Rusty Dennis es la madre de Rocky, un joven que sufre una severa deformación del cráneo. Ella está determinada a conseguir que su hijo, alegre e inteligente, tenga las mismas oportunidades que cualquier otra persona.
Momento clínex: Todas las miradas de profundo amor de la madre (Cher) hacia su hijo, especialmente la última, en un "buenas noches" que ella intuye como el último.




8) HISTORIAS DE LA RADIO (1955)
Tres emotivas historias que tienen como eje central la radio y los radioyentes. En la última, el niño de un pequeño pueblo necesita dinero para viajar a Estocolmo donde un cirujano le espera para operarle y así salvar su vida. El maestro del colegio decide participar en un concurso de la radio con el fin de reunir el dinero suficiente para realizar el viaje.
Momento clínex: El del pueblo entero pegado al transistor, escuchando y vitoreando las respuestas del profesor, al que no le llega la camisa al cuello ante tanta responsabilidad.


7) QUÉ BELLO ES VIVIR (It's a wonderful life, 1946)
Un honrado banquero, desesperado por la repentina desaparición de una importante suma de dinero que supondrá un gran escándalo, decide suicidarse.
Momento clínex: El agradecimiento y la emoción del padre de familia hacia sus vecinos y amigos ante tanta muestra de cariño, al final de la película.



6) EN BUSCA DE LA FELICIDAD (The pursuit of happiness, 2006)
Un padre lucha por conseguir un trabajo para dar mejor vida a su hijo pequeño, pero pasarán muchas penurias, llegando a quedar sin casa donde vivir.
Momento clínex: Hay varios, pero me quedo con la forma en que entra el padre a la guardería de su hijo para abrazarlo con fuerza cuando consigue su sueño.


5) ELLIOT (Misunderstood, 1984)
Tras la muerte de su mujer, un hombre centra su atención en su trabajo y en el cuidado de su hijo pequeño, desatendiendo al mayor, un niño muy sensible al que se empeña en tratar como un adulto.
Momento clínex: Cuando el padre descubre y lee la redacción que sobre él ha escrito su hijo y se percata de su error.

La vi una tarde con mi hermana. No recuerdo haber llorado tanto delante de alguien. Después de tanto hipo y tanto moco pasamos a un sinfín de carcajadas. Aquello fue de lo más terapéutico.

4) CAMPEÓN (The champ, 1979)
Un ex campeón de boxeo, que vive con su hijo pequeño, lleva una vida dedicada a la bebida y al juego. Cuando en su vida vuelve a aparecer su mujer y madre del niño, volverá a los rings e intentará rehacer su vida por el bien de ambos.
Momento clínex: La interpretación del pequeño (Ricky Schroder) hecho un mar de lágrimas ante su padre, abatido en la lona. "Levántate, Campeón, levántate". La vi en el cine a los 13 años. Allí lloraba hasta el gato.

3) LAS NOCHES DE CABIRIA (Le notti di Cabiria, 1957)
Cabiria es una prostituta que sueña con que algún hombre honrado la aparte de la calle. Su bondad e ingenuidad hace que todos se aprovechen de ella.
Momento clínex: El final es sublime, con una música que cala hondo. Y hay una sonrisa que dice un millón de cosas.


2) TIERRAS DE PENUMBRA (Shadowlands, 1993)
Un profesor de literatura en Oxford, es también un escritor de gran reputación. Soltero y totalmente desconectado de la realidad, vive encerrado en el mundo de la enseñanza y los libros. Un día irrumpe en su vida una poetisa estadounidense divorciada y gran admiradora suya, que está de viaje por Inglaterra con su hijo y desea fervientemente conocerlo en persona.
Momento clínex: Las últimas conversaciones de la pareja ante lo inminente. La predisposición de ella y todo lo que transmite a su amado en sus últimos momentos junto a él. La he visto muchas veces y me emociona siempre.



En el número 1 del ranking hay una película que me provocó inundaciones emocionales, que me tuvo abatido una semana entera y que no he sido capaz de volver a ver ni de lejos.

Pero no desvelaré el título por ver si coincide con la de alguno de vosotros.

Me gustará saber cuál es vuestro inolvidable momento clínex de cine.

Mujeres, hablad sin problema.
Hombres, prometo no delataros a las autoridades... ¡Pero que no vuelva a ocurrir!