24 de agosto de 2015

PERDERSE PARA ENCONTRARSE

Hay lugares que, sin ser de nadie, siempre serán  solo míos.
 Caminos a campo abierto que me llevan a lo más dentro de mí.
Paisajes azules y pardos que recorro a solas  cada verano,
para conversar con los silencios que, en ocasiones,  me traen respuestas.
Sé que el mundo está lleno de belleza, pero el encanto de este lugar en concreto...  no lo cambio por ninguno.
Me llama, me envuelve, me regala aromas, me susurra brisas...
Consigue hacerme llegar muy lejos sin sentirme jamás perdido.
Porque siempre encuentro alguna señal indicándome por dónde seguir.

Cuántas horas he pasado sin hacer nada más que sentarme a contemplar su belleza y a empaparme de su paz.
Ya estoy deseando volver a verte.

(Fotos tomadas en La Magdalena, Umbría del Factor y Morrón del Puerto, montes y valles de Yecla. Agosto 2015)

15 de agosto de 2015

CALMA CHICHA

Por alguna razón que no alcanzo a comprender, aún me llega la señal de Wi-Fi.

Sin más electricidad que la que me proporciona la turbina de viento, escribo sin descanso desde la puesta de sol hasta cerca del amanecer.

Con los cerrojos echados, las persianas bajadas, refrescándome en silencio  con una esponja que humedezco del cubo a mis pies.

El tiempo en estas horas parece ir posándose en el suelo hasta quedar inmóvil, como si pesara tanto que le resultara imposible seguir  avanzando.

Pero siempre vuelve a amanecer.

Amanecer es mi mayor alivio.

Y mi mayor angustia también.

Solo salgo  a la luz del sol si es absolutamente imprescindible y tan solo lo hago si las cigarras cantan con fuerza. 
Mientras cante una cigarra sé que no habrá peligro.

Las tardes grises o los días de viento que hacen enmudecer a los insectos  continúo en la casa sin atreverme a subir  las persianas siquiera. 

Y el silencio es tan denso como el aire de una tumba.

Aquí dentro el calor es sofocante. Sé que debería huir a las cuevas de la Espina, tal vez haya gente refugiada en aquella zona. Pero para eso he de salir de aquí,  y aún no me atrevo.
No me atrevo.

Quizás  las cigarras sean los únicos seres vivos en kilómetros a la redonda.
Las cigarras y yo, si me cuento como un ser y haciendo un gran esfuerzo por considerarme vivo.

Anoche, mientras llenaba el cubo del aljibe, pensé en aquellos meses de 2015  que me hicieron aborrecer el verano para siempre. Y recordé cuánto desprecie a los meteorólogos de la tele, que sonreían al decir que se marchaba la sexta ola de calor, pero que llegaba la séptima con más fuerza.

Y después... aquel otoño  en el que todo acabó.

¡Maldito sol que hizo mutar las plantas, las flores, los frutos…!

¡¡Maldito Hombre Cacahuete!!


Gracias a Dios que las cigarras te dan miedo y que aún no me has encontrado.